Madrid en unicornio

Mientras el invierno entraba en los corazones de Madrid, había uno que se dejaba querer por su frío calentándose las manos con el aire gélido que olía a próxima nieve. Un corazón que se enamoró de una ciudad con rincones mágicos y prohibidos donde no hace falta volar en pájaros artificiales, valía el valor de paso a paso descubrir que hasta en los corazones más cansados y perdidos, podría asomar el valor que un león muestra frente a otro para ser el rey de su manada. Así brillaba mi corazón pasito a pasito dejando que el laberíntico Malasaña me atrapara con sus cafés con leche leyendo ''El principito'', olvidando que mis venas estaban machacadas y mi alma, a ratos, cansada de los sabores metalizados. 

Llevaba pañuelo de vez en cuando porque a veces necesitaba camuflarme con el mundo y dejar que los hombres me miraran con deseo. Yo imaginaba, mientras paseaba y miraba los escaparates, lo bonita que era la colección de este año y lo bonito que eran los gorros que encontraba en las tiendas vintage, imaginaba lo guapa que estaría el año que viene con pelo y pestañas, sin darme cuenta que en un espejo uno ve lo que quiere, uno ve con la imaginación, pero es el espejo del corazón quien guía la belleza de verse desnuda e inmejorable en la lucha contra el cáncer.

Me compraba un regalito para ayudarme a quererme a mi misma  y soñaba por sus calles lo maravilloso que estaría Madrid en primavera cuando hay más alegría y más sonidos que escuchar por los caminos, más flores, más colores y más miradas que conquistar.

Así llegué a muchos lugares de Madrid, hasta me quedé sentada en el silencio de muchas iglesias por el placer del silencio y el olor a esperanza y a fe. A veces enfadada iba a mirar fijamente los ojos del Lucifer de El Retiro. Le decía ''Ya no me das miedo, por mucho que lo intentes no me iré contigo''. Y así después de dejarme la nariz roja volvía al calor del hogar para intimar con la noche y los sueños que nacían siempre en el zenit de la mañana, justo cuando a los veintiún días volvía a jugar con los polos de fresa en aquella silla. 



4 comentarios:

  1. Ay! amiga ahora como te entiendo! y como me pongo mas aún en tu piel... cuando mi mami me cuenta de sabores a hierro y de el pelo que huye... yo se que he estado contigo en muchos de esos paseos. Tal vez sin que ninguno delos dos lo supiéramos. He estado cerca de ti desde que te conocí hace casi 5 años e inevitablemente me enamoré de todo tu ser! :) wapa
    estoy ansioso de que me digas que esperas de mi en este magnifico proyecto :)

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  2. Natalia, tengo ese mismo sentir, sin estar yo aún dentro de la lucha, de esa tormenta, siempre se necesita ese momento con tu interior, con tu yo. Siempre se necesita ese sentir, sentir el aire, oler la primavera, escuchar el canto de los pájaros, escuchar el ruido la lluvia, ver caer las ojas, observar a la gente e imaginar sus vidas, sentir todo eso que en la monotonía y rapidez del día es imposible sentir.
    Natalia sólo te puedo decir que estoy esperando tu siguiente relato, relato donde espero q este llenó de luz de paz y sobre todo de lucha, me das la sensación por lo q te estoy conociendo que eres una tía luchadora pero sobre todo disfrutadora de la vida. Y eso es lo mejor de todo.

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  3. Necesitamos un paseo juntas no???para cuándo???:)))))))ahora que tengo tan cerca el retiro...me acuerdo de ti...por tus paseos...muuuuuack!!!!!!!!!!!

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