El Barrio de Santa Cruz


'' [...] España, el sur, la vieja cultura de la Europa mediterránea,
Sólo podían intuirse desde lugares como aquél. 
Sevilla era una superposición de historias,
De vínculos imposibles de explicar unos sin otros.
Rosario de tiempo, y sangre,
Y rezos en lenguas diferentes bajo un cielo azul
Y un sol sabio que todo lo igualaba en el transcurso de los siglos.
Piedras supervivientes a las que aún era posible oír hablar.
Bastaba olvidarse un momento de las cámaras de vídeo,
Las postales, los autocares cargados de turistas
Y jovencitas impertinentes,
Y acercar el oído a ellas, escuchando." Arturo Pérez Reverte; La Piel del tambor.


El corazón que Sevilla pisa guarda para siempre el olor a la maravilla de una tarde en el Parque de María Luisa, y se enreda; porque en Sevilla te enredas y te enamoras de lunares y con lunares, porque Sevilla respira y desde un agujerito alguien mira y protege, y no sé si llamarle Dios o llamarle Santo Padre o Madre, no sé si con dueño o sin dueño, pero ella está claro que ya existía más allá del Bing Bang y de las teoría científicas de los que no saben que ‘’to’’ se inventa con unas castañuelas de madera, allí, en Sevilla.

A mí es que me llevaron a Sevilla un diciembre hace unos cuantos años cuando no sabía que Sevilla había sido aquella reina mora de los cuentos de ‘’Las mil y una noche’’ y otros escondidos en pergaminos y tatuados en manos gitanas que huelen a naranja y a naturaleza viva. 

Llegué y vi La Torre del Oro y de oro se sintieron los clavos de Cristo cuando lo clavaron en el Monte de los Olivos; porque Sevilla era ya un ‘’verbo’’ y una bulería de ríos, y era morir y nacer sabiendo que elegida era por algo que tenía de ojos verdes, y negros, y de faldas de…

Tuve un sueño en Sevilla que se llamaba  ‘’El Barrio de Santa Cruz’’, y descubrí años atrás que si uno muere como torero debe llorarle a la Macarena para que la luz del cielo le ampare y le dé cobijo junto al redentor, y lunares, lunares y lunares; y nubes que saben a ''pringaitas'' con esa Catedral que cura la emoción y cura el alma del peregrino que se enfada de amarla y no poder corresponder un amor así, tan grande…Puñales pa el que lo vive.

Yo, señores, es que me pongo muy gitana cuando pienso en mi cabeza sin pelo y mis ojos envenenados de vida bañada en cáncer. Pero no me importó decirle al aire sevillano ‘’Maestra y madre aquí vengo a rezarte que tengo las venas ‘’envenenás’’ de un cáncer de mama, pero contigo en mi vida, ahora que te veo, me embeleso más de la vida y del arte’’

De Sevilla en coche de caballos y de flores, y esa Plaza de España y ese Madrid en el corazón en la plaza, y esa vida, y esos amigos y ese río y ese llorar porque emociona lo bonita que eres. Y Triana que…podría escribir poesías mudas y quedarme con la de ‘’si te dejas besar, que el beso sea en el Guadalquivir con unos ojos sevillanos y un capote’’.

Entonces me quedé dormida con aquella caló sevillana y con aquel caos de cuentos de moros, cristianos, toreros, capotes, gitanas, ferias y vestíos de lunares; y ni cáncer puedo con querer verme en ese patio en ‘’El Barrio de Santa Cruz’’ donde dicen que viven brujas que leen manos y adivinan futuros inciertos, y se esconden los sueños de los amantes y se esconde el alma de Natalia que aquella tarde se enamoró de la ciudad más bonita del alma de un corazón errante; que es mío, porque es mío, pero allí,

Allí que me dejé un cachito,
Pa volverte a ver,
Perderme,
Creer en Dios,
(Si me hace falta Sevilla),

Porque, a veces cuando levantas el vuelo y el cielo es tan azul como el de Sevilla y la gente tan así, y mi amigo Jose que huele a Sevilla y canta cuando habla…

Así uno no se puede aguantar ser feliz ‘’compare’’, así es que vences a los cánceres y a la muerte le asustas, y te teme, y;

Todo porque una noche,
Una tarde;
Un día,
Segundos,

Que me quedé dormida en ‘’El Barrio de Santa Cruz’’

Vestía de gitana rosa y de lunares.

(Pa mi querida Sevilla y mi fin de quimioterapia hace ya dos años paseando por sus calles)


Los ojos cristalinos




-¿Por qué cierras los ojos? Al otro lado hay un sol espléndido, aunque no lo veas la luz entra por la ventana.

-Sí, noto la luz, pero me sabe un poco mal la boca, quisiera darte un beso pero así con este sabor me duele un poco mirarte y no poder sentir tus besos.

-Aunque no tuvieras nada en el mundo más que carne seguirías siendo preciosa, aunque fueras arena, aunque fueras aguas, ¿te acuerdas de cuando jugábamos juntas en la playa?

Sí es verdad, debería acordarme de todos esos momentos empapada sin  pensar en la espalda del océano, y el olor a mar. Aquí sentada puede que me pese la muñeca y empiecen a cristalizarse mis ojos, pero hay tantas cosas que quiero contarte aún. Quiero contarte cuando me vendía al viento por cosas como que me regalaran una mirada y ahora puedo tener las que quiera para mí.

-Me gusta mucho pasar el tiempo contigo mamá y que cuando me pongan la quimioterapia me hagas cosquillas en la mano. ¿Ves? Ya no cierro los ojos porque tienes razón hay una luz espléndida.

-Y a mi contigo hija, hasta cuando me gritas y te enfadas conmigo.

-Ha tenido que llegar el cáncer y sentarme en esta silla a pensar para darme cuenta de lo importante que es que haya alguien así contigo, porque una madre quiere sin pensarlo y es de las cosas de dar gracias todas las mañanas.


Son horas de un proceso que duele un poco, donde salen llagas y el corazón se queda un poco triste y abatido; también duelen un poco las venas porque esas bolsas están frías, pero con ella es más fácil, porque es ella.

Con un simple tumor en el cerebro


Tengo la cabeza llena de locuras eternas,
Las mismas que plasman los cuadros del Dalí parisino
Con bigotes inventados en un sueño,
Donde mujeres sin forma
Toreaban a toreros morenos,
Muy del sur de Málaga,
Y lo llamaban las amantes,
Picasso a ratos,
Pablo,
Un nombre muy español,
Muy noble, muy de colores distintos,
Como la vida y la otra;
Que se violenta en una palabra
Y comete un homicidio con la siguiente,
Porque es dadaísta;
(Digo, perdida en un circo de pulgas),
Un poco,
Triste
Porque me reviento entre amantes lesbianos,
Que no me quieren sin el pecho,
¿Y qué más da si tengo otro en el corazón?
Y soy la Antología de un poeta borracho,
Pero genio;
Y soy el amor que buscas Borges,
Alborotado
En tus ingles y en tus poemas,
Y entre Galas con bastón,
Y Rayuelas y Lucías,
Que se han perdido,
Que se queja ahora el señorito Oliveira,
Que la ama en París, París, París;
¿Por qué no inventar un estilo que sólo
Entendamos algunos,
Donde Moro diga:
‘’Existe utopía,
Porque tú existes en mi’’;
O haya más Aleph visible que,
Escondido,
En las gafas de un tal,
Allen,
Que no sabe vivir
Sin sillones psicoanalíticos,
Te cuente que ya no hay héroes, ni bacanales,
Como violaciones entre dioses y humanos?
¿Qué pasa con los locos de la peste y del alma,
Que se encierran en libros que ven y no ven con
Las cosas de los ojos,
Que son cítricos críticos de la sinrazón,
Y sólo pintan cuadros raros,
A los pintores me refiero;
Y se poseen en bellas épocas,
Del Romanticismo pomposo,
A la piedra del camino que hizo un Coliseo,
Derramó sangre impura,
O impura,
Y emperadores y,
Se desgarra un alma poseído
Y violado lentamente
Me apetece desgarrarme la cabeza
Y meterme la mano en el cerebro,
Desangrar esa membrana y escupirla por la boca,
Matar algo vivo aplastándolo con la lengua,
Comérmelo y vomitarlo por asqueroso y mezquino,
A la vez que me apetece amar lo desgraciado y doloroso
Por su forma abstracta,
Defecar en lo que más odio
Y hacerlo poesía,
Darle una vida nueva a la basura errante,
Y masturbarme bajo la luna
Con esa rabia,
Porque no existe la cordura
En este mundo de cuerdos,
¡Qué me desgarren el pecho de amor loco y
Qué me hagan olvidar el que no veo!,
Que no pienso,
Que tengo rabia, que es cierto que me comía mi cerebro,
Que no quiero seguir ninguna regla establecida
Y que me da igual inventarme un nuevo arte poético,
Fíjate lo que hago,
Con un simple tumor,
En el cerebro.


¡Qué curioso aquello de quererse a sí mismo!

 
¡Qué curioso aquello de quererse a sí mismo!

Porque cuando te quieres, les quieres a todos y sabes perdonar lo que nunca perdonaste y lo que no supieron ni grandes héroes en la historia hacer. Y de ahí se nos cae la maga Circe, que de tanto amor espinado como las rosas para defenderse, se detuvo en la muerte de una energía universal, y dejó que su desdichada rabia le mantuviera en la orilla vacía de un respirar sin más aire que el de una muerte apenas; ni siquiera digna. Y desde lo lejos le vio marchar, y ¡sí!, hablo de ese Eneas que no es más que tú diciendo adiós a lo que hay que dejar marchar, a lo que hay que perdonar y aprender de la vida que te dice y que te cuenta lo mucho que por delante tienes que contar. Pues le doy las gracias al mar aquel de sonrisas de la infancia donde leía todo esto y donde encontré el paso de un unicornio, y no os preocupéis porque sólo hablo de los sueños y hablo de cómo, a veces, el cáncer me ayuda a querer ser más de mí y de ti a la vez, para aprender juntos y así ayudarnos a respirar.

Cuando he sabido lo mucho que me quiero a mí misma, cuando he sido mi madre, mi hermana, mi abuela, mi tía, mi amiga, mi amante, mi profesora, mis mil cosas de ser…he aprendido un poco de algo que debería, quizá, haber ya aprendido, un algo así que te cuenta todo el mundo y parece que entre los ruidos y las cosas tan importantes que debemos hacer todos los días, se quedan pequeñas y olvidadas, más allá de las cajas de pandoras o de las cosas inexplicables que te encuentras de madrugada en los programas esos que nadie ve porque los echan muy tarde y siempre hay que madrugar en la misma hora.

Cuando abro los ojos y veo la plenitud de Roma, recuerdo la felicidad y recuerdo que llevo tatuado en la muñeca ‘’Parole’’ y os digo que después de mendigarle tanto amor a la materialidad quiero cuidar de ti y aprender también. Porque la vida y ‘’el quererse a uno mismo’’ son la misma cosa. Querernos hasta enamorarnos de cualquier pared y de cualquier cosa, admirarnos como extraños y como amigos, sentirnos orgullosos de nuestros triunfos como familia y amigos y perdonarnos, porque en ese cruce de miradas en donde nos libramos de los guisos químicos, les ayudamos a que limpien más rápido nuestras venas de lastres y dolores.

Llevo tres años caminando un cáncer de mama que se retuerce, me vuelve loca, a veces, me duele y me hace estar triste, pero siempre me brinda la oportunidad de hacer nuevos amigos, de deshacerme de lo que no importa, de haber aprendido lo mucho que nos queda por hacer y por limpiar de este mundo que se ha ensuciado un poco por ser egoístas. Al final es música y poesía y al final es arte y humildad, es naturaleza e ir donde sea sabiendo quien eres.


El cáncer es una enfermedad dura, desesperante, es injusta, pero es mi presente y el presente de muchos a los que les diré que nunca dejaré de admirar porque siempre tienen una sonrisa presente.