En la arena se olía la sangre y se sentía la
guerra que duerme el alma de los caballeros feroces que yacen sin vida allí
donde la libertad gritaba en los espíritus que no pudieron ser arrebatados por
el poder y el odio. La madre tierra no premia a los corazones que rompen el
pacto entre los humanos y el procrear de la naturaleza, pero allí, en aquel
instante, se supo que la sangre significaba algo más que la violencia y el
sufrimiento de la muerte, porque ella forma parte del ciclo de la vida.
Hace apenas unos días me adentré en la arena
vestida de carne y cerré los ojos. Imaginé que llevaba un escudo una lanza,
soñé que mis músculos eran libres en aquel acantilado y observé como un semidiós
quería quitarme la libertad y la vida para someterme a un yugo maldito de pareceres.
La ira, la ambición, el concepto del poder y la sumisión.
¿Qué hacer para ser un guerrero del sol? ¿Qué
es más importante que un corazón caliente que muerde otro alma sin paso firme?
Firmaron los seguidores de Jerjes un simple papel donde yo vi que no había más
que una mentira llena de células entrometidas que se escondían en las sombras
como los demonios que sólo buscan que caigamos en el apocalíptico fin de algo
que está vivo.
La batalla es toda una lucha entre la vida y
la muerte, una presión en la nuca, donde el viento trae olor a sangre mutilada
en las Termópilas.
Allí mi piel tenía un cenizo y oscuro color
lleno de marcas de pelea, una cabellera y unos ojos tóxicos y fijos, sedientos
de fe y esperanza, nunca de esa venganza que buscan los hombres sin espíritu.
Cuando sentí la unión delas voces griegas, cuando vi de cerca las heridas y
como hasta las mujeres empuñaban lanzas y gritaban bajo la lluvia, sentí el
paso lento pero ensordecedor de la victoria de la tierra y el universo sobre la
ambición de estos falsos dioses.
Miraba de frente como miraban todos, me
decía: ‘’No entrarás ni en mi cuerpo ni en mi mente. Los héroes son más que una
espada forjada y bendecida en el Olimpo. Somos más que seres de luz, combatimos
en la sombra y le damos sentido a los libros de historia, pero también
calentamos la creatividad y el dilatar de la batalla contra el mal’’
Desde la butaca de un cine yo me sentí una
espartana desde mi espíritu guerrero. Sentía esas ansias de libertad y me veía
con esa piel color ceniza dibujada en libros de historia, o narrada en
aventuras, o plasmada en cómics, como los 300.
Sentí como soy una valiente guerrera sin ego,
con respeto supremo al contrario con el que lucho desnuda y cuerpo a cuerpo,
con el que convivo y describo, al que amo y acepto tal y como es, y le tengo el
valor mirarle fijamente desde cualquier sitio. Él habita en la sombra puesto
que vive escondido, mientras yo expreso mi palabra poseída por luces que se
entrometen en su plan mortal, y así los dos mantenemos la esperanzada respuesta
de quién vencerá la batalla.
Ellos son 300 y conmigo 301.
Mi oficio en la aventura del cáncer sólo es
una.
AU AU AU
MUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUACK!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarUn abrazooooooooooooooo muy apretado y fuerteeeeee. No abandones por favor, disfrutamos de tu saber contar, de tu arte de escribir, tan directo al corazón. Gracias Natalia
ResponderEliminarUn abrazooooooooooooooo muy apretado y fuerteeeeee. No abandones por favor, disfrutamos de tu saber contar, de tu arte de escribir, tan directo al corazón. Gracias Natalia
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