La quimioterapia es un guiso
químico que se toman las venas para los días de otoño ponerlas en primavera. En
otoño se caen las hojas y le dan paso al invierno, hace que cubramos nuestro
cuerpo y busquemos el calor de algo que nos haga sentirnos protegidos.
El pelo se cae, los ojos resaltan un brillo envenenado, las pestañas dejan de cumplir deseos, pero el corazón se mantiene intacto, como se mantiene intacta la emoción de poder verte otra vez. Ese guiso químico que enferma y cura a la vez, se convierte en tu semilla, el tiempo le hace florecer, agarrarse a la vida, hacerte renacer en primavera, cuando los árboles se pintan de rosa y blanco.
El pelo se cae, los ojos resaltan un brillo envenenado, las pestañas dejan de cumplir deseos, pero el corazón se mantiene intacto, como se mantiene intacta la emoción de poder verte otra vez. Ese guiso químico que enferma y cura a la vez, se convierte en tu semilla, el tiempo le hace florecer, agarrarse a la vida, hacerte renacer en primavera, cuando los árboles se pintan de rosa y blanco.
Una mañana de invierno, sentada
en aquella silla, el señor de al lado me contó que había perdido los dientes y
que por más que los buscara no los recuperaría, y cuando él reía, yo también
reía, porque no todo en aquella sala era pena y llanto, casi puedo asegurar que
era el centro de tráfico de polos y chupachups, además de diversas drogas que
enferman y curan.
De repente entró un nuevo señor, me miró, me
sonrió y se sentó a mi lado.
-Mira Natalio te has sentado al
lado de tu tocaya.
-¡Ay Natalia si te hubiera
pillado cincuenta años antes!
Natalio de setenta y cinco años,
sentado a mi lado y enganchado a una máquina, descansando un rato de vida en una
silla de pensar. La quimioterapia también sirve para conocer nuevos amigos,
incluso para enamorarte, para escribir aquello que no te atreves decir, para
llorar si es necesario, para leer los libros que más te encojan el corazón y
releer los poemas que en la adolescencia te enseñaron a amar.
Natalio padecía cáncer de
páncreas pero para él: ¡Qué me quiten lo bailao! Su mujer le miraba fijamente y
le sonreía, en sus ojos podía adivinarse que le quería como el primer día.
Natalio regalaba pequeñas alegrías en forma de piropos, hablaba de fútbol, de
su Real Madrid, de ver a la selección ganando un mundial… Así era Natalio, un
hombre con ganas de seguir viviendo, a pesar de su pesada enfermedad.
¿Qué habrá sido de Natalio? A
veces me lo pregunto porque fue la primera persona más cerca de la
muerte que de la vida que me enseñó a reír a carcajadas y a tener fe. Estoy
segura que Natalio terminó viendo ganar a su España y no sé si aquí o en el
paraíso.
En esa sala de terror figurado
uno aprende a vivir, aprende lo que es ser amigo, a darse cuenta del valor que
tienen las cosas, dando prioridad a las más pequeñas. Lo más importante que
aprendí es que la vida es un compendio de ilusiones que tienen una meta, que junto a la felicidad
o momentos de ella, se construye un camino puro y claro que te mantiene a ritmo
constante y en el calor del verano, rodeado de sueños posibles.
Dejándonos llegar por el amor,
por el esfuerzo, por la ayuda de los demás y la constancia, no perderemos jamás
el paso firme, la sonrisa y las ganas de desgastarla en cualquier parte,
cualquier día, noche, cualquier beso, cualquier instante.
Cara!!! hayá donde esté Natalio te estará recordando, no dejas indiferente a nadie...eres única amore!!
ResponderEliminarTus palabra me enseñan a valorar lo cotidiano...o lo que creemos que lo es...hasta que nos falta...gracias
ResponderEliminarHay una frase que me encanta: si la vida te cambia el guión, corrige tu los acentos.
ResponderEliminarLa vida nos tiene preparadas muchas sorpresas, unas buenas y otras menos, tenemos que vivirla tal y como viene pero podemos poner nosotros las ganas, la alegría, el sentimiento, la luz y la esperanza.
Se nos concede una vida, de nosotros depende como vivirla.
Natalia me encanta tu fuerza y sencillez, eres un ser precioso.
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